Sin ganas de salir de casa
Me tartamudea la mano mientras escribo.
No dejo de pensar que las cosas no siempre son lo que parecen, ni las personas, ni las sonrisas, ni las miradas. Todo (y todos) siempre tenemos un antifaz, una máscara, un escudo que nos protege de los cambios de clima; de los impactos profundos de los pensamientos que se disfrazan de sentimientos.
Vuelvo a casa torpe y triste como un ciego con frío, ya ni la soledad me sabe igual.
—¡La vida es una mierda! Es lo que se le escucha gritar a mis ojos con un altoparlante afuera del congreso de mis decepciones.
En fin, la alegría me invita a su parranda, no me cobra cover y yo sin ganas de salir de casa.
